jueves, 12 de julio de 2012

Pablo Neruda (12.07.1904) "Amiga No te Mueras"


“Diseminada en miles de versos ha quedado para la posteridad la biografía, íntima y pública, secreta y militante, del gran poeta chileno Pablo Neruda. Nos legó además la crónica de sus días agitados y viajeros en unas memorias tituladas “Confieso que he vivido”…


La abrumadora personalidad de este hombre de credo comunista, resuelta y tozuda hasta el sacrificio por todo aquello en lo que creía, estalla en su obra con un aliento vital que apenas deja entrever las muchas tribulaciones y las muchas horas sombrías que hubo que atravesar. Para algunos que lo conocieron, especialmente para aquellos que compartieron con él la lucha contra la miseria y la opresión de los pueblos, Pablo Neruda gozó del carisma excepcional de aquellos elegidos a quienes encaja como un guante la palabra ejemplaridad; pero para la mayoría de los lectores que no gozaron de la fortuna de su abrazo, el poeta será siempre aquel personaje tímido, invisible y agazapado que se ocultaba tras los barrotes horizontales y tenues de sus lindas canciones de amor”

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Amiga, no te mueras.


Óyeme  estas palabras que me salen ardiendo,
y que nadie diría si yo no las dijera.


Amiga no te mueras.


Yo soy el que te espera en la estrellada noche.
El que bajo el sangriento sol poniente te espera.


Miro caer los frutos en la tierra sombría.
Miro bailar las gotas del roció en las hierbas.


En la noche al espeso perfume de las rosas,
cuando danza la ronda de las sombras inmensas.


Bajo el cielo del Sur, el que te espera cuando
el aire de la tarde como una boca besa.


Amiga no te mueras.


Yo soy el que cortó las guirnaldas rebeldes
para el lecho selvático fragante a sol y a selva.

El que trajo en los brazos jacintos amarillos.
Y rosas desgarradas. Y amapolas sangrientas.


El que cruzó los brazos por esperarte, ahora.
El que quebró sus arcos. El que dobló sus flechas.


Yo soy el que en los labios guarda sabor de uvas.
Racimos refregados. Mordeduras bermejas.


El que te llama desde las llanuras brotadas.
Yo soy el que en la hora del amor te desea.


El aire de la tarde cimbra las ramas altas.
Ebrio, mi corazón, bajo Dios, tambalea.


El río desatado rompe a llorar y a veces
se adelgaza su voz y se hace pura y trémula.


Retumba, atardecida, la queja azul del agua.
¡Amiga, no te mueras!


Yo soy el que te espera en la estrellada noche,
sobre las playas áureas, sobre las rubias eras.


El que cortó jacintos para tu lecho, y rosas.
Tendido entre las hierbas…


¡Yo soy el que te espera!

Pablo Neruda