Kurripaco: la gente que habla Wayú |
CURRIPACO o WAKUÉNAI:
(familia lingüística: Arahuak) y significa gente que habla wakú. Otros nombres: kurripako.
Cultura-creencias: En el origen, todas las semillas del mundo estaban en un hueco en la tierra de los wakuénai.
El Creador Iñapirrikuli fue sacando de él a todos los seres, y también a los indios y a los blancos. A los indios les enseñó los libros, y les preguntó si los querían. Contestaron que no. Luego les enseñó las flechas, los arcos, las canoas y las cerbatanas, y enseguida dijeron que sí. Cuando sacó a los blancos les enseñó los libros, y ellos dijeron que sí. Fue así sacando a todos los seres y preguntándoles lo que querían. A los animales les dio sus colores y sus cantos, y así creó el mundo.
La leyenda de Waliwa (la estrella): Waliwa antes de ser estrella, fue una mujer muy hermosa, todos se enamoraban de ella, pero no era capaz de retribuir ese amor, en el poblado existía un hombre muy feo, todas las mujeres lo despreciaban y sin embargo el estaba perdidamente enamorado y sufría enormemente por Waliwa.
Un día este hombre se dirige al río e intenta combatir su fealdad con plantas de la selva. Durante tres días y tres noches se baña en las aguas; al tercer día se encuentra con Waliwa, quien de forma seductora le da una pócima hecha de cortezas, flores y frutos. Junto con la pócima, Waliwa le regala al hombre su propia belleza, pero le pide que nunca mencione que fue ella quien hizo esto por él. Luego lo invita a conocer el mundo y le pide que regrese a ella cuando él lo considere prudente.
Así es como el hombre parte transformado, y desde ese momento las mujeres que antes los desdeñaban ahora lo quieren y buscan seducirlo. El hombre sonríe, conoce el mundo, pero guarda silencio y finalmente un día decide volver por Waliwa. Juntos emprenden un viaje por todos los puntos cardinales hasta la ciudad de la eternidad.
Allí ella se convierte en estrella y desde el cielo continua entregando belleza (armonía) al mundo.
Cultura-Música: Cuando el pequeño sapo Molitú, hijo mítico de Káali, comenzaba a cantar, su croar señalaba a los wakuénai el momento de talar, plantar y limpiar los conucos. Si el cultivo no se hacía en armonía con las leyes naturales de Káali, las tareas se volvían difíciles y poco productivas.
Antiguamente, el principal ciclo ceremonial wakuénai era el pudáli. Se celebraba al principio de las lluvias y marcaba el inicio de las actividades de subsistencia. También abría un espacio simbólico para la resolución de conflictos entre familiares.
Al inicio de la ceremonia un grupo de parientes visitaba a otro para ofrecerle un regalo ritual, pescado ahumado. El organizador del pudáli acudía al pueblo anfitrión acompañado por toda su familia, además de músicos, cantantes y bailarines. Al anochecer, tras largos discursos alabando el regalo de pescado ahumado, este era aceptado y colocado en la casa del anfitrión para repartirlo a la mañana siguiente.
Durante la noche se bebían grandes cantidades de una bebida de yuca fermentada llamada padzáoru. Mientras sonaban las trompetas kulírrima, la luz de una fogata central esparcía destellos y las parejas ejecutaban la danza ritual, que podía durar cuatro días con sus noches.
Para la clausura del pudáli, unas semanas después, se preparaban grandes cantidades de pulpa de yuca para los invitados. En esta ceremonia, se celebraban los mismos ritos de la ceremonia inicial —bailes alrededor de la comida y la bebida, danzas alrededor de la fogata durante varias noches, toque de instrumentos sagrados y distribución de comida—, pero esa vez los discursos y la aceptación de las ofrendas los hacían la mujer organizadora del pudáli y la anfitriona.
Ubicación geográfica: se concentran en el distrito Casiquiare del Estado Amazonas, sobre todo en las riberas de los ríos Atabapo, Guainía y Orinoco.
Más información para leer leyendas de nuestra América:
http://mitola.blogspot.com/
Ver también: http://www.sisov.mpd.gob.ve
O copiar y pegar: “Enfoque de Etnias indígenas en Venezuela”
Preparado por: MSDS (Dra. Dalita Rivero, Dra. Silvia Vidal y Manuel Bazó
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