jueves, 21 de julio de 2011

Pedro Nel Gómez (Exposición Museo Bellas Artes) 1951

Pedro Nel Gómez

El Muralista

Pedro Nel Gómez, nació en Anorí zona minera del departamento de Antioquia, el 4 de Julio de 1899.

Desde pequeño comenzó a sentir el fluir de su vocación, hacia la pintura, la cual siguió, por su propio esfuerzo teniendo como únicos maestros, la naturaleza y su voluntad.

Cursó estudios de Ingeniería Civil en Medellín, recibiendo su grado en el año de 1922. Es profesor de la Facultad de Ingeniería y Decano de la facultad de Arquitectura desde 1935.



Inauguró en Bogotá en el año de 1924 su primera exposición de acuarelas.

A fines de ese mismo año, viaja a Europa, visita Holanda, Bélgica y Francia, para llegar por último a Italia, donde su espíritu investigador no deja detalle sin observar, n escuela pictórica sin analizar.

En Florencia se casa con doña Juliana Scalaberni en 1925, y regresa a Colombia en 1926, donde comienza su lucha por darle aire fresco al realismo moderno, que según él va en escala ascendente, persiguiendo una época de superación.



La Facultad Nacional de Minas de Medellín, fue construida según sus propios planos y dirección, y dentro de ella la obra mural del pintor abarca unos 800 m2 de los cuales tiene ya 150 concluidos.

También ejecutó los frescos del Palacio Municipal de Medellín, los cuales actualmente se encuentran cubiertos por cortinas, según el deseo del actual alcalde de dicha ciudad.

La obra mural de su propia casa a la cual se ha dedicado con singular interés abarca más de 60 m2.

En 1949 ganó el primer premio, en el concurso al óleo organizado por Tejicondor, y en 1950 se presenta en el VII Salón Nacional de Bogotá, donde también obtiene el primer premio.



Su obra mural realizada hasta ahora, consta de 600 m2. Y sus acuarelas, óleos y pasteles, pasan de doscientos, de los cuales presenta una parte en esta exposición.

Caracas
1951

Ver biografía:
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biblioteca-virtual-antioquia.udea.edu.co/pdf/1/1_1058582982.pdf


lunes, 11 de julio de 2011

Adios Amigo... Facundo Cabral

Cuando un amigo se va

Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.

Cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.

Cuando un amigo se va
una estrella se ha perdido
la que ilumina el lugar
donde hay un niño dormido.

Cuando un amigo se va
se detienen los caminos
y empieza a revelar
el duende manso del vino.

Cuando un amigo se va
galopando su destino
empieza el alma a vibrar
por que se llena de frío.

Cuando un amigo se va
se queda un árbol caído
que ya no vuelve a brotar
por que el viento ha vencido.

Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.

“Es demasiado peso el recuerdo vivido en la memoria; sueño con el olvido, la maravilla que me hará descansar.


Frente al Himalaya, recuerdo de Kipling decía que este no era lugar para hombres sino para dioses; la verdad tampoco es para humanos pues su grandiosa luz nos cegaría, nos enloquecerían sus múltiples voces.


Lejos de las ciudades  donde la gente inventa conflictos para escapar de la búsqueda  fundamental, pienso, tranquilamente, en qué lugar del amado y trajinado mundo me detendrá el cansancio.

Tal vez será en Chichicastenango, donde conocí la verdadera cara de América, o en  California, donde me sentí tan libre, tan dueño de mi mismo como en el silencio, o en Eilat, en el Mar Rojo, sobre el golfo de Akaba, donde aprendí a renunciar, o en el desierto de Sonora, preferido de los extraterrestres, en el mágico México donde aprendí a entregarme.


¿En qué lugar del amado y trajinado mundo me detendrá el cansancio?
Tal vez será en Buenos Aires, donde nunca bebí café con Macedonio Fernández, donde Jacobo Fijman dejó maravillas para nadie, donde Teresa me hizo un hombre, o en Jerusalem, que me hizo agradecido, o en el Caribe, donde mi animal se liberó de mi mente.


Tal vez en la Grecia luminosa del luminoso Plotino, o en la China que nunca me revelará el secreto, o en la Costa Azul donde amé a Francine casi tanto como a Francesca, o entre las genialidades y las trivialidades de Madrid, o cruzando el desierto de Mohave cuando la noche mezcla y sutiliza todo, o en la Baja California cuando la denigra el mediodía, o en medio de los cuervos o las golondrinas o los jesuitas o los parientes.

Si pudiera elegir, me gustaría que fuera cuando cae el sol sobre Kenia, sobre Cadaqués, sobre Antigua, sobre Venecia, sobre Bariloche o Alejandría, escuchando a Chico Hamilton en Manhattan o a Brams en Ginebra o a Krishnamurti en el valle de Ojai o a Viglietti en el barrio gótico de Barcelona o con Guadalupe en la campiña francesa o con Birgitt en Taxco, o solo y borracho en el Campo di Fiore del Trastevere romano donde hace pocas semanas me preguntaba esto mismo rodeado de palomas y alemanas, entre la esperanza y la duda que me despiertan las causas y los efectos de una existencia misteriosa, no solo para mí sino también para los dioses que intrigan al Dios que me intriga.


¿En qué lugar del amado y trajinado mundo me detendrá el cansancio?
El hijo de mi hermano lo sabrá pero no le importará demasiado, distraído en las búsquedas que a mí tampoco me importarían.”


Así termina Facundo su libro: “Paraíso a la Deriva”, publicado en 1985, por editorial Suramericana-Planeta.

Desafortunadamente no fue como él lo esperaba, Facundo no debió morir nunca, pero como siempre llevaba la contraria, debía en todo caso  morir cantándole a su gente, escuchando la mejor música compuesta para él… los aplausos y la admiración.

…O al menos en alguno de esos mágicos  escenarios que nos comenta en su libro.


Un hombre sorprendente, que con su fuerza espiritual supo superar su orfandad, la pobreza, el exilio, la pérdida de su familia, el cáncer, su ceguera, y que hace un año nos repetía “ya le he robado a la muerte muchos años”.


Nunca debió morir en una calle oscura y solitaria, abaleado por unos animales que obedeciendo a su amo ordenó dispararle a no sé quién, sin importarles a los que se llevaban por el medio...


Para escuchar la  música de Facundo ir:
http://deskatalogadosymas.blogspot.com
http://perrerac.org


domingo, 3 de julio de 2011

"Zorrotigre" de Cirilo Dudamel (edición 1949)



 Zorrotigre
(El dictador que más trabajó para el diablo).
Cirilo Dudamel

Cirilo Dudamel, fue el seudónimo que utilizo durante las décadas de los 40-50, el periodista Larense Julio Cesar Ramos  para publicar sus libros, entre ellos están:
Presentimiento (1925),
Ruleta Zodiacal (1931),
Los Conuqueros (1936)
Falconete: memorias de un periodista (1939),
Las vidas del gato (1947).

Este escritor nació el 3 de octubre de 1901, en Curarigua, Edo. Lara, hijo de una familia de escasos recursos, situación esta, que le impide ir a la escuela, no obstante fue poseedor de una gran cultura, gracias a su esfuerzo autodidacta; llegó a ser asiduo colaborador en los periódicos “El Universal” y “Panorama”, en el año de 1957 fue condecorado con la Orden del Libertador en el grado de Caballero, pasando luego al servicio diplomático…
En 1949 publica su libro “Zorrotigre”…
Bajo el nombre de Emilio Misle y gracias a los comentarios que poco a poco le va sacando a Doña Leónida: mejor conocida como la Capitana, cuyo honor fue, además de ser mujer de J.V.G., el conocer profundamente el espíritu del caudillo. El escritor va comentándonos parte de la personalidad del “mandamás” que gobernó a Venezuela, durante muchos años.
Aquí algunos de los comentarios hechos por el “Sr. Misle”, sobre Gómez.
En cuanto a la amistad:

“Zorrotigre sabia lo mismo ser amigo que enemigo. Solo que con mayor facilidad se trocaba de amigo en enemigo, que de enemigo en amigo…” en una discusión con un importante hombre de negocios maracucho sobre la amistad, este sostenía que era mayor su amistad que la del caudillo, considerándose “el mejor amigo”, y el dictador, para bajarles las ínfulas, extrajo de su cartera un viejo papel “se trataba de una carta escrita en Maracaibo, en los días de Conjura y dirigida a un político de Mérida” en ella se proponía asesinar al caudillo… y abajo estaba firmada por el industrial…

En el porqué de la volatilidad de cambiar de ser amigo hoy y enemigo mañana y de darle las ganas volverse nuevamente amigo, la Capitana le contesta a Misle lo siguiente:

“-Porque en él no existía afecto, el verdadero afecto. En sus relaciones humanas, ni siquiera en sus  vínculos de sangre, mandó jamás el corazón. De ahí emanaba su fuerza. Se orientaba siempre por su conveniencia. Errado andan de medio a medio quienes creen que no pensaba. Lo que hacía era no sentir.


Con respecto a su instrucción, el Sr. Misle nos dice:
“Zorrotigre no era ilustrado. No era ni siquiera medianamente instruido. Pero tampoco era el Palurdo que con tanta persistencia han delineado sus críticos. Él mismo…exageraba su ignorancia, haciéndose el musiú.”

“De aritmética solo conocía las cuatro reglas. Pero tenía perfectamente dominio de ellas, como el que poseía sobre el pueblo que gobernaba…. Nadie sumó y multiplicó jamás lo suyo con mayor acierto que él. Y nadie, como él, resto y dividió lo ajeno con mas experta habilidad”

Y luego de muchas anécdotas nos comenta para finalizar:

“Zorrotigre” liquidó en Venezuela un largo cielo de revueltas y bochinches y estableció el orden, aunque con el agudo cauterio de las bayonetas.

Pagó las deudas y atesoró caudales en las arcas nacionales, aunque aplicó la sisa (ratería) sin reparo.

Abrió carreteras, aunque de peraltes invertidos y en menoscabo de la política ferroviaria, que hubiera sido más eficaz y conveniente para el país.

Organizó el Ejército, aunque avergonzó a los militares obligándoles a trabajar en las fincas de su propiedad.

Pero sobre todo, acabó para siempre, arrancándolo de raíz, el peor de los males que desde los días inmediatamente posteriores a la Independencia aquejaban a Venezuela: el Caciquismo, el gamonalismo, el aldeanismo político.”

Luego de “Zorrotigre” y ya como Julio César Ramos, este escritor publicó entre otros:

“La Selva” (1962)

“De la dictadura de Zorrotigre a la caminocracia de Carlos Andrés” (1981).

“La muerte del profeta” (1997).