León
Felipe (1)
“Los
grandes poetas no tienen biografía, tienen destino.”
Su
nombre completo fue: Felipe Camino Galicia de la Rosa, nace el 11 de abril de
1884 en la villa de TÁBARA, pueblecito español donde existió un monasterio
importante que albergó, según las crónicas, a seiscientos monjes de ambos
sexos, se cree que fue construido en la Alta Edad Media (a finales del siglo
IX) por el santo: San Froilán.
León
Felipe nace en una familia burguesa acomodada, su padre ejercía como notario, luego
del nacimiento el padre se muda a Sequeros (allí el niño estudia su
bachillerato), luego se marchan a Santander donde estudia con los escolapios y
termina en Madrid donde se licenció de
farmacéutico.
Luego
de la licenciatura, consigue un préstamo para abrir, en la calle San Francisco
de Santander, su propia farmacia la cual
llevó el nombre de “Farmacia del Centro”. Al poco tiempo su padre muere y las
cosas no le van bien a León Felipe, ya que la venta de fármacos no funciona como él deseaba. Un buen
día decide marcharse para Barcelona, donde comenzó a regentar algunas farmacias y trabajó como
actor cómico en compañías ambulantes que
solo le servían para pasar hambre y adversidades.
Un
día es detenido por la policía y le cargan tres años de prisión, la razón: por
desfalco, además de la Ineptitud para los negocios y la usura de un
prestamista. Allí tuvo tiempo para leer y releer “El Quijote”, escritos que lo marcaron para
siempre.
Su
primer matrimonio con la señorita Irene Lambarri (peruana), se realiza luego de
salir de la cárcel, haciendo de Barcelona su nido de amor, esto lo hace
enderezarse un poco, pero también al poco tiempo se separan y el Sr. Camino,
como lo indica su segundo nombre, decide volver a la capital.
.
“En Madrid vive una bohemia
prostibularia y miserable que le lleva incluso a pasar algunas noches en las
antiguas pensiones donde se permite dormir a los menesterosos sentados en un
banco y apoyando la cabeza en una soga que sueltan a primera hora de la mañana
(*)
He
dormido en el estiércol de las cuadras,
en
los bancos municipales,
he
recostado mi cabeza en la soga de los mendigos
y
me ha dado limosna -Dios se lo pague-
una
prostituta callejera…
Eran
los años del hambre (1818-1919), como muchos de los poetas de su tiempo, decide reunir sus mejores poemas y llenándose
de valor toca la puerta de Juan Ramón Jiménez rogándole que los leyera; como
pasaban los días y no tenía contestación decide volver a la casa del poeta,
allí fue recibido afectuosamente y luego de una amena conversación, Ramón Jiménez
le hace entrega de sus poemas, sin darle comentario alguno, se despide y al
salir destruye sus poemas.
Al
fin consigue trabajo como director de farmacia en Almonacid de Zorita
(Guadalajara), durante algunos meses en sus horas de descanso, no se separa de
su mesa de trabajo, logrando escribir el libro “Versos y oraciones del
caminante”.
Aquellos
poemas le parecen buenos a su amigo el escultor Emilio Madariaga, y se los
lleva al crítico Enrique Diez-Canedo quien los publicó en la revista “España”.
A
raíz de esto el Ateneo de Madrid, institución de gran ascendencia intelectual,
le abre las puertas, pasando a formar parte de la elite artística e intelectual
de Madrid, allí estaban Rubén Darío, Unamuno, Valle Inclán y el que sería luego
presidente de España: don Manuel Azaña.
Anteriormente
sus escritos era firmados con diferentes seudónimos, tratando de encontrar su
verdadera esencia, fue en ese año de 1919 cuando descubre el nombre que
reflejará su grandeza: León Felipe.
Continúa...
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