lunes, 4 de octubre de 2010

En el nombre de Dios (parte III de la presentación)

En el nombre de Dios
En el nombre de Dios (III)

Era tal vez una noche húmeda y calurosa, había cansancio, preocupación y molestia en la marinería… en el aire se respiraba vientos de motines.

De pronto desde la torre del vigía de la carraca “La Pinta”, se escucho la voz de Rodrigo de Triana gritando:   ¡Tierra…! ¡Tierra a la vista!

Eran la dos de la madrugada de un 12 de octubre de 1492, la travesía había durado un poco más de tres meses, pero al fin las penurias habían pasado…

Al menos es lo que estos invasores pensaban.

Para nuestros pueblos primigenios era el comienzo de una masacre como nunca el mundo había conocido: 60 millones de personas (10 veces más de la tragedia judía), fueron víctimas de la violencia y las enfermedades (entre ellas la sífilis) que acompañados de espejitos, cuentas y curas nos trajo el almirante Colón y sus coterráneos.

Como cosa tristemente curiosa para nuestros actuales habitantes fue que en el año de 1537 (45 años después del “descubrimiento”) nuestra la religión católica descubrió que nuestros “indios” eran “verdaderas personas”… y además razonaban.
Y en el caso venezolano, la constitución de 1901 (cuatro siglos después de la invasión y casi uno de las guerras de independencia) sostenía que no se tomara en cuenta para la base poblacional (censo) de nuestro país a “los indígenas que vivían en estado salvaje” (artículo 34).

En cuanto a la cultura indígena venezolana, es muy poco lo que se sabe y mucho lo que se ha perdido, esto se debe sobre todo a las “buenas intenciones educacionales” de una iglesia que satanizó todo lo que tenía que ver con nuestras costumbres originales: destruyó su lenguaje, sus creencias y sus ritos, los expulsó de sus territorios ancestrales y acrecentó la vergüenza étnica junto con el racismo, que lamentablemente todavía hoy existe en nuestra población.


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