A. Francisquez Guzmán |
Lo mismo nos sucedió con el también escultor y pintor Manuel Silvestre Pérez (La información que aparece es colocada por nosotros).
Hoy me sucede lo mismo, he buscado algo sobre la vida de Albén Francisquez Guzmán, y solo pude obtener un breve escrito sobre su lamentable fallecimiento (29.05.70), los otros escritos se refieren a las exposiciones realizada en homenaje a sus versos.
Francisquez Guzmán ha publicado varios libros, entre estos están: Pinceladas grises, España en su duelo, Grito, Justo Franco y este que traemos a colación “Por lo que yo protesto”.
Para saber más sobre este poeta comprometido, tomo partes del prólogo que escribió para este libro, el también poeta Manuel Osorio Calatrava, y como advertencia el mismo Francisquez Guzman nos explica que el titulo de su obra iba a llamarse “GESTO” (de allí los comentarios realizados por Calatrava) pero que luego decidió cambiarlo por el primer poema de la obra (Por lo que yo protesto).
“El poeta A. Francisquez Guzmán, prefiere, para titular sus libros, la palabra rotunda, redonda, que haga impacto con el oído y el alma de los lectores.
El primer libro suyo que leí se titula “GRITO”. Me gustó porque en verdad en él esfuerza su voz de poeta para gritar al mundo verdades que el mundo está olvidando. Pone como epígrafe estas palabras de Dickens: La verdad, aunque escandalice, grítala” Y Francisquez Guzmán la grita desde su corazón en poemas que el mismo llama “desnudos”; y bien llamados así porque se trata de sangre y canción de su alma.”
“…Se trata de versos de verdad, no de sandeces verbales, que tanto gustan a los críticos sandios. Hay fibra, hay alma, hay poesía. Quizá eso va ser motivo de que los pontífices de la llamada “crítica literaria” en Venezuela, lo condenen con la comunión del silencio. Lo mismo hicieron con su magnífico libro “Justo Franco”, un poema descriptivo inspirado en la realidad del folklore vernáculo…”
“… Francisquez Guzmán no ha sido solo un poeta de versos, sino también un luchador de verdad, es decir, de esos que se enfrentan a la vida, lo que la vida tiene de parte mala en la sociedad, para someterla y salir victorioso. Él lo ha hecho. Ha sido periodista con ideas que no es lo mismo que decir “Periodista graduado”: en “Renacimiento” de Cumana; “El Ensayo”, de Barcelona; “El Día” de la ciudad de Coro; y en “El Heraldo” y en “Elite de Caracas. Ha ejercido y ejerce la docencia. Es fundador y director de un centro educativo privado, de mucho renombre en el país. Por otra parte, Francisquez Guzmán es un carácter de los que no se doblegan ni se venden, y grita a los cuatro vientos y hace gestos como el de este libro que estoy prologando y que en mi sentir, tiene que poner a pensar a esos círculos y peñas que en este país monopolizan las posibilidades mentales de soñarlos, porque esos círculos y esas peñas están metidos n el triste cuadro de las medianías.
Ahora, ¿Dónde ubicar la poesía de Francisquez Guzmán? En ninguna parte. Ella está ubicada por si misma donde tiene que estar: en la eternidad. Si los poetas no creyeran en la eternidad, no escribirían versos, jugarían al “5 y 6”, se harían bodegueros o banqueros o ministros,…”
“…Pero lo único importante en poesía es saberla escribir y tener inspiración… Además, con la poesía no se puede política, porque la política la destruye; ni se puede hacer antesala con los versos, porque los versos experimentan horror por los porteros. Lo que más admiro en Francisquez Guzmán es su humildad y la extraordinaria sencillez que le imprime a sus versos…”
Caracas 1970.
Aquí unos extractos de sus poemas:
Lo que la incuria calla
(Extractos)
Ni una brizna de sol que colore
las cuatro paredes de tablas,
adosadas a un cerro que llora
lagrimas de lodo cuando el agua corre
y lagrimas de fiebre en los albañales.
Sobre las cabezas un puente muy alto:
Sólido, estirado…
róbale a la brisa su aliento de vida y gracia
que llega cansado y en sorbos
hasta la hondonada,
donde curiosean en los muladares
los abandonados,
los parias del pueblo que esperan y duermen
tranquilos, callados,
en esas paredes que ellos llaman ranchos
y yo llamo infamia.
Allí el verecundo abandono se torna amenaza.
Allí la inocencia ensaya sus juegos
de guerras y asaltos.
Allí aflora el vicio
y esconde el delito su zarpa execrable.
Allí se delinque porque sobra tiempo
y falta trabajo.
que turba y espanta.
… … …
Ni podemos ser topos ni piedras
ante el ruego angustioso y cansado
por ver si sus manos atrapan milagros,
por ver si sus bocas mitigan el hambre,
le enternece el llanto de los que andan solos,
de los errabundos, de esos que no tienen
ni siquiera el goce de vivir soñando,
porque ya no tienen ni abrigo ni patria.
De los desvalidos que viven aislados
de la falsa esfera de esas sociedades
que predican glorias sin honrar a nadie.
Cuando los de arriba no ven hacia abajo
porque ya la altura los ha envanecido
y el poder del voto no les hace falta
para perpetuarse en el trono ungido.
Cuando la doliente laxitud del tardo
no tiene más dicha que arrimarse al amo
para que le pague por trueque el trabajo
que de sol a sol arqueó sus espaldas.
Cuando contemplamos tanto cautiverio,
tanto desajustes, tanto desconcierto
en un mundo hermoso, tan libre y tan ancho,
no podemos menos que imprimirle al gesto
-hasta que se inflame- pasión y vehemencia.
No podemos menos que hostigar al miope
para que su mente florezca en ideas,
para que no siga sumido en la noche,
para que despierte, para que al fin vea.
Nota: este libro fue publicado en 1971 y la imagen de la portada esta realizada por Antonio Vazquez (AVARI)