domingo, 13 de marzo de 2011

El techo de la Ballena (Los integrantes-artistas plásticos)



El techo de la Ballena (Los artistas plásticos)

El techo de la ballena

Tercera (última) parte



Las artes plásticas, siempre han sido compañeras inseparables de todas las corrientes literarias, y en el caso del techo de la ballena no podían faltar; de hecho fueron los artistas plásticos los que alargaron su permanencia hasta abarcar casi toda la década del sesenta.



En junio de 1961, Carlos Contramaestre presenta “Homenaje a la Cursilería”; en su introito, escrito en comandita, podemos leer:



“No como producto del azar, ni como ocio o actividad de un grupo de intelectuales evadidos o presuntamente inadaptados en el actual engranaje social, sino más bien como un gesto de franca protesta ante la permanente e indeclinable farsa cultural del país y el continuado desacierto político y económico que registra la democracia venezolana, El techo de la ballena pone en evidencia la inveterada mediocridad de nuestro ambiente cultural."



La exposición bajo el nombre “Homenaje a la cursilería” revela, a través de textos literarios de los mas consagrados escritores nacionales, la aplastante superficialidad que limita y caracteriza a la literatura venezolana”.



Fue un reclamo a la desidia y al atraso de nuestras clases de intelectuales, de ese momento, ante un mundo cambiante.



Pero el escándalo cobraría vigencia con la exposición, también de Contramaestre: “Homenaje a la Necrofilia”.



La palabra necrofilia significa “Atracción por la muerte o por alguno de sus aspectos”; “Perversión sexual de quien trata de obtener el placer erótico con cadáveres”.



Entre los títulos de las obras expuestas, podemos encontrar los siguientes: “Erección ante un entierro”, “Ventajas e inconvenientes de un condón”, “Canto de fe y alegría (succio mamae), “Gabinete de masaje servido por sobadoras diplomadas”.



Fue considerada por la prensa como un acto de terrorismo a las “buenas costumbres”, estos jóvenes intentaron romper con uno de nuestros más apegados tabúes: la muerte y el dolor de pérdida que ella conlleva, asiento espiritual de nuestras religiones. Inmediatamente la respuesta fue contundente, todas las organizaciones, tanto cívicas como religiosas se pronunciaron en contra.



No obstante y para calentar más el ambiente el artista Jorge Camacho presentará, luego su exposición titulada: “La Inmaculada Concepción”.



Luego vendrían: en Julio de 1965, “Las Jugadoras” de Jacobo Borges; en agosto del mismo año “Sala del Trono” de Marcos Miliani, y en octubre Alberto Brandt presentará “Falsarios Eróticos”.



En 1967, nuevamente se presenta Contramaestre, con su exposición “Los tumorales”



Leamos lo escrito por Juan Calzadilla como prólogo para esta exposición:



“El doctor Contramaestre abandonó repentinamente el escalpelo que le acompaño en su atelier del matadero de Jajó (Edo. Trujillo), para trocar su actividad magmática no por modesto oficio de curandero en una comunidad petrolera, si no por el de depositario provisional del espíritu de Arcimboldo.



Desde hace mucho años el doctor Contramaestre ha venido realizando investigaciones a fin de esclarecer las clases de componentes utilizados por Arcimboldo para pintar esos retratos femorales y frutales de los que, con asombro, en cierta oportunidad dijo Winckelman que “reproducen no solo la madurez de la carne, si no el punto justo donde ésta comienza a corromperse”. El idealismo de Winckelman fue un impedimento para descubrir, detrás de los símbolos regocijantes de Arcimboldo, una realidad material, llena de incitaciones pecaminosas, protuberante y sensual, una realidad que escondía una crítica mordaz de los vicios papales, de la corrupción de gobernantes, magistrados y literatos, gastrónomos y gotosos que vivían en medio de los placeres de la Corte, en tanto que el pobre Arcimboldo padecía de hambre aguardando a que cayesen las manzanas( léase monedas de oro) del árbol de Hieronimus Bosch.



…Los tumorales del doctor Contramaestre son un capitulo indispensable para introducirnos, por vía quirúrgica, en la verdadera semblanza de nuestra burocracia oficial. No son simplemente cuadros, porque es evidente que en ellos se produce algo más que esa disección detestable que deja siempre al descubierto un propósito decorativo. Se trata de cuadros-instrumentos, de cuadros con raíces tentaculares que comienzan a atravesar las paredes para estrangular la imagen física de cada uno de los retratados.”
Caracas 1967.

Ya en 1968, definitivamente se cierra el ciclo del techo de la ballena y lo hacen publicando el libro: “Salve, amigo, salve y adiós”; en él colaboran: Edmundo Aray, Efraín Hurtado, Juan calzadilla, Dámaso Ordaz, Xavier Domingo, Marcia Leyseca, Carlos Contramaestre y Tancredo Romero.



“Se produce, como antes en el Surrealismo francés, el reconocimiento tardío de su naturaleza de literatos, que hacen los integrantes del movimiento, decidiéndose a acometer esas obras ambiciosas y realizadas que antes aborrecieron. Por lo mismo la dominante grupal de la primera época, deja paso a la inclinación hacia el reconocimiento de la especificidad literaria de cada uno y a la búsqueda de la creación propia. Así es que ingresan a la literatura, aunque ella ya no sea igual a la que atacaron en sus comienzos.



…El terrorismo ha concluido su ciclo, al menos por ahora, y los terroristas han sobrevivido a sus atentados: deben vivir en la sociedad y en la cultura que intentaron derribar…”


Notas tomadas del libro:
Antología de El techo de la ballena
Ángel Rama.
Escrito aproximadamente en 1974
Y publicado por:
Fundarte/colección “Rescate” N° 6
1987

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