martes, 22 de marzo de 2011

John F. Kennedy... ¿Enfermo?

Jhon F. Kennedy
El hombre que en un momento de la historia, fue el más poderoso del mundo; quien con su imagen atlética, siempre bronceado, fotografiado miles de veces; joven, carismático, Héroe de guerra, mimado por la televisión y la prensa escrita…

En fin la imagen del Presidente (y su esposa), que según el público, merecía representar al imperio…

…Pero lo que pocos a su alrededor sabían era que también en la realidad era un hombre muy enfermo, de hecho en 1947, cuando era congresista y a causa de un desmayo ocurrido en el Hotel Claridge´s de Londres, lo atendió el Doctor Daniel Davis, un eminente medico londinense, que luego le diagnosticaría que “solo le quedaba un año de vida”; su edad rondaba los treinta años.

Pero JFK, desde su nacimiento presentó problemas de salud, durante su juventud recibió dos veces la extremaunción; esto lo obligo a adoptar una actitud fatalista e irónica ante la vida.

Cuando la Segunda Guerra Mundial y al ser rechazado por su condición física, se valió de su padre (hombre de mucha influencia, tanto política como económica) para que aceptaran un falso certificado médico, con lo cual logra enrolarse con el grado de oficial.

Era tal vez el único, en la armada, que fingía estar sano.

Cuando termina la guerra, JFK era casi un milagro medico viviente; las “famosas secuelas de las heridas de guerra”, eran falsas.

Su caso medico presentaba: “Osteoporosis avanzada”, de allí sus terribles dolores de espalda; si alguien le preguntaba él mentía…y reía, para eso hizo suyo el proverbio hindú “Hay tres cosas ciertas: Dios, La locura humana y la risa. Como las dos primeras son incomprensibles, hay que hacer lo que podamos con la tercera”.

Cuando lo del hotel Claridge’s, le habían detectado la “Enfermedad de Addison” cuya causa es la destrucción autoinmunitaria de la corteza de las glándulas suprarrenales, y sus características son: hipotensión arterial, debilidad y propensión a adquirir infecciones recurrentes.

Cuando se descubrió que con inyecciones de cortisona se alargaba la vida de pacientes, nuevamente su padre, el acaudalado Josseph Kennedy hizo guardar grandes lotes, en cajas de seguridad de todo el mundo.

Normalmente los presidentes de Estados Unidos siempre viajan con el asistente del maletín nuclear, en el caso de Kennedy, iban dos asistentes: el del maletín de las armas nucleares y el otro, contentivo de cientos de dosis de medicamentos, ya que la enfermedad de Addison le causaba trastornos intestinales, alergias constantes, sordera y la recurrencia de una enfermedad venérea contraída en su adolescencia.

Para la campaña electoral que lo llevó a la presidencia, Kennedy le prohibió a sus compañeros, que se mencionara lo del “Addison”; sus médicos, la doctora Travell y el doctor Cohen, mintieron al declarar que el candidato estaba “perfectamente sano”.

Ya como presidente comenzó a consumir anfetaminas, recetadas por el Dr. Max Jacobson. Cuando su hermano se enteró, lo reprendió, a lo que le contesto JFK: “No me importa si es orina de caballo, si da resultado”.

Este Dr. Jacobson, conocido como el doctor curalotodo surtía de estimulantes a: “muchas celebridades… para muchas enfermedades”. Esto incluía a la misma Jacqueline y al cantante Eddie Fisher.

Tal vez nunca se podrá determinar si existía relación entre la farmacodependencia de JFK y su actuación como comandante supremo del más grande imperio militar del mundo.

Muchos médicos sostienen que el consumo de corticoides y la anfetaminas producen una excesiva seguridad en sí mismo, además de aumentar el deseo y la potencia sexual… en una reunión con el Primer Ministro Británico Harold Macmillan, le confesó:

“- Harold ¿Cómo te arreglas tú? A mí, si paso más de tres días sin una mujer me da una jaqueca espantosa”

Dos años después, en 1963, el mismo Macmillan expreso: “Para ellos (las multitudes que lo aclamaban a su paso), Kennedy encarnaba la juventud, la energía, el idealismo y una nueva esperanza para el mundo”. Pero tras haberlo visto sentarse penosamente en un sillón, añadió: “Sufría lo indecible; era un hombre de extraordinaria valentía”.

Cuando en 1961 tuvo que viajar a Viena, para entrevistarse con el Jefe de Estado Ruso: Nikita Kruschev, lo acompaño el Dr. Jacobson y su maletín de cocteles anfetamínicos.

Sin ser historiador Eddie Fisher opino al respecto en sus memorias: “Es increíble…el destino del mundo libre dependía de las inyecciones de Max. Todavía me lo imagina sacando un poco de una botella y un poco de otra, y (diciendo): Bájese los pantalones, señor Presidente”.

Luego con la llegada del Doctor Kraus Burkley, se le preparo un pequeño Gimnasio, que en efecto le hizo muy bien.

Cuando JFK fue asesinado en Dallas el 22 de noviembre de 1963 a los 46 años…es posible que se sintiera mejor que nunca…



Tomado de las notas de Richard Reeves.
Ex jefe político corresponsal de “El New York Times”, autor de la trilogía sobre los presidentes estadounidense: El Presidente Kennedy: Perfil del poder (1993); Presidente Nixon: Solo en la casa blanca (2001); El presidente Reagan: Triunfo de la imaginación (2006). Así mismo tiene 11 libros publicados.

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